En las últimas décadas se han aplicado varias prácticas para garantizar el uso responsable de los recursos hídricos y proporcionar un desarrollo urbano sostenible. En este artículo, comprenderá los pilares de la gestión del agua, conocerá las principales leyes sobre el tema y los desafíos para la preservación de este valioso activo.
La gestión del agua es el conjunto de medidas y acciones destinadas a garantizar el uso sostenible de los recursos hídricos. Su objetivo principal es promover estrategias que concilien diversas demandas como el consumo humano, el riego, la producción de electricidad, el transporte, las actividades industriales, entre otras.
La gestión integrada del agua se compone de tres pilares fundamentales:
La administración del agua debe seguir los parámetros requeridos por la legislación y las regulaciones específicas de las agencias municipales, estatales y federales. A Constitución Federal de 1988 define el agua como un bien público que los gobiernos, las empresas, las organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos deben gestionar de manera integrada y participativa.
Ya Código de Aguas de 1934 determinó las reglas para el uso de los recursos hídricos en el país y la creación de organismos reguladores y supervisores. Además, tenemos Ley del Agua de 1997, que establece la Política Nacional de Recursos Hídricos con base en las siguientes directrices:
Una de las medidas más importantes en este sentido es la preservación y reconstitución de los bosques ribereños, que ayudan a proteger las aguas y a reducir la contaminación por sedimentos y nutrientes. Otro aspecto que merece especial atención es la optimización de las técnicas adoptadas en las distintas etapas del tratamiento del agua para evitar la contaminación.
Uno de los principales desafíos de la gestión del agua es desarrollar modelos viables compatibles con el concepto de Medio Ambiente, Social y Gobernanza (ESG), que ha sido adoptado por empresas e inversores para el desarrollo de negocios más sostenibles. Como sugiere el propio acrónimo, sus premisas básicas son:
La adaptación a esta nueva demanda del mercado requiere la implementación de un Sistema de Gestión Ambiental (SGA) para identificar las consecuencias de las actividades productivas y desarrollar medidas capaces de minimizarlas o eliminarlas. Se debe establecer un ciclo de mejora continua de los procesos para garantizar la eficacia y la eficiencia.
Uno de los pasos más importantes a considerar es el tratamiento de los efluentes industriales, especialmente en lo que respecta a los contaminantes emergentes, como los productos farmacéuticos, las hormonas, los pesticidas y los productos químicos industriales.
Una vez liberadas al medio ambiente, estas sustancias se acumulan en los cuerpos de agua, provocando la muerte de los organismos acuáticos y contaminando los suelos y los sedimentos.
Además, la presencia de estos residuos en el agua utilizada para el consumo humano puede provocar graves daños a la salud, como trastornos hormonales, enfermedades neurológicas y problemas reproductivos.
La identificación y el monitoreo de los contaminantes emergentes son fundamentales para desarrollar estrategias de tratamiento y minimizar los riesgos asociados a ellos.
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